Un gol de estrategia del francés da el
triunfo al Barça en Vigo y mantiene la
renta de cuatro puntos sobre el Madrid.
Jérémy Mathieu, cuyo fichaje fue tan discutido, va camino de rentabilizar los 20 millones de euros que costó. Un gol en el Clásico antes del parón y otro en Vigo en un partido duro de roer pero de ganar sí o sí refuerzan el liderato del Barça con cuatro puntos más que el Madrid y nueve jornadas restantes. A falta de fluidez en el juego contra un Celta que se las ha hecho pasar canutas por momentos, la estrategia, que tanto hizo para coronar campeón al Atlético la pasada temporada, ha salido al rescate en Balaídos.
Lesionado Alba y sancionado Mascherano, no hubo más noticia en el once de Luis Enrique que la titularidad de Rafinha, como en la primera vuelta ante el Celta pero esta vez con Iniesta y no con Rakitic. De la presencia de Messi no había dudas pero, fruto de la evolución táctica de Lucho, cinco meses después de aquel 0-1 empezó en la banda derecha con Suárez por el eje. Ese ha sido el plan A desde enero. También en Vigo pero poco tardó Leo en irse decididamente al centro para desatascar al Barça en la zona ancha. El Celta no defraudó. Berizzo cantó bingo en Barcelona y repitió la cartilla: presión hombre a hombre para ahogar la salida de balón rival.
Lejos de salir a matar tras el 9-1 del Madrid, el Barça apenas supo salir de su campo el primer cuarto de hora después de que Bravo desviara un chut cruzado de Larrivey. Fue el aviso que despertó a la bestia. Messi trazó una diagonal marca de la casa, Sergio evitó el gol y Neymar, con el cuero botando, remató mal y alto. El brasileño, en bajada desde hace semanas, no reaccionó y se perdió en rifirrafes con Hugo Mallo. El Barça creció, se alejó de Bravo y ganó intimidación a través de la presión. Busquets e Iniesta se aliaron con Messi para aumentar la circulación peleando además contra la arena que se levantaba del maltrecho césped de Balaídos.
Leo empezó a divertirse con un túnel a Jonny. Buena señal pero casi la única en zona de peligro. Al desaparecido Ney se unió la falta de finura de Suárez, impotente para librarse de Fontàs e incluso amonestado por un piscinazo. Se esperó también más de Rafinha mientras Nolito, tras un respiro, volvió a hacer de las suyas.
El antaño extremo blaugrana desordenó a la defensa del Barça sacando de sitio a Alves y obligando a Piqué y Busquets a abandonar su territorio. A Luis Enrique le van los escenarios movidos pero el primer tiempo acabó con excesivo descontrol culé y el Celta oliendo un gol que marcó Larrivey tras un claro fuera de juego de Orellana, pesadilla para Adriano. El primero perdonó luego tras un centro del segundo.
Algo cambió el panorama tras el descanso y más lo hubiera hecho si Bikandi Garrido, a instancias del juez de línea, no hubiera anulado un tanto en inexistente ‘offside’ de Neymar, excelente en la definición con metros por delante. El Celta siguió sin renunciar a nada pese al riesgo de una contra letal del Barça. Messi rozó el 0-1 tras un pase de la muerte de Suárez. Con más de media hora por delante, Lucho quiso más bola. Xavi sentó a Rafinha y se juntó con Iniesta para acorralar por fin a los gallegos. Ante un Barça más reconocible, Balaídos vio venir el gol mientras su equipo sufría víctima de la fatiga. Liberado para crear entre líneas tras la entrada del egarense, Messi se abrió a la derecha, Neymar le emuló por la izquierda y Suárez atrajo a los centrales como hombre boya.
Las urgencias por el gol pesaron en la toma final de decisiones. Siempre un toque de más mientras el Celta, como en el Camp Nou, se encomendó al juego directo como única arma. Casi le valió para meter al Barça en un lío pero un control largo de Nolito y Piqué, gigantesco cruzándose ante Charles, lo impidieron justo antes del gol de Mathieu.
Cuarta jornada marcando de estrategia
La pizarra de Unzué hizo estragos por cuarta jornada consecutiva y el francés, ya goleador ante el Madrid, metió la testa ‘in extremis’ tras una falta lateral botada por Xavi. Era el minuto 73. Acto y seguido, Lucho innovó reemplazando a Iniesta y situando a Pedro de interior derecho para fajarse y oxigenar a Alves en su siempre peligrosa pelea con Nolito. Más académico fue el dibujo tras el cambio de Rakitic por Suárez en un tramo final con la segunda amarilla a Orellana, una vaselina marrada por Messi y un Piqué enorme para sofocar el último intento vigués.
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