Un arranque de genialidad de Neymar prendió en el Barça la chispa que le faltaba para llevarse un derbi que tenía controlado desde el inicio.
Edwin Calderon
Con un Espanyol bien plantado atrás, el equipo del Tata Martino tuvo que esperar hasta bien entrada la segunda mitad para hacer valer su inagotable posesión de balón y evitarse un disgusto ante el vecino. Leo Messi estuvo gris y volvió a quedarse sin marcar y sin lucir.
Junto al vértice del área, a la izquierda del ataque azulgrana, Neymar protagonizó dos arranques que levantaron al público del asiento. En el primero recortó ante dos defensores y sacó un disparo con rosca que salió lamiento el palo. El segundo, acto seguido, dio origen al gol. Lo firmó Alexis Sánchez pero lo imaginó el brasileño, que le sirvió la pelota entre un bosque de piernas. Dos caños en un solo pase.
Entonces sí, el Espanyol se estiró. En la primera parte sólo había asustado una vez a Valdés, cuando Víctor Sánchez estuvo a punto de sacar petróleo de una mala cesión de Alves. En la otra portería, las ocasiones tampoco abundaron. Sólo al final de la primera parte logró el Barça empotrar al Espanyol en su área, aunque todos los disparon llegaron desde lejos. Uno de Alves se estrelló en el palo.
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